miércoles, 10 de diciembre de 2014

Poema a Hitler



Siempre he creído que mi madre es como Hitler.
Una excelente líder, pero malvada como dos mil demonios.
Podría hacerle comparaciones con una ángel incluso.
Bella cómo Luzbel, pero mala como Lucifer.
Es un monstruo de seis cabezas.
Es multifacética la mujer.
Es la imagen reencarnada del Dios de las tinieblas.
Se robará tu alma para seguir siendo bella.
Mi madre es una víctima (pobre mujer).
Ella te convierte en piedra si la ves directo a los ojos.
Se le escapa de su órbita la cordura.
No creo que tenga corazón.
Todos somos sus títeres, 
todos somos excremento seco.
Mi madre te envuelve con su vocesita melodiosa,
mi madre a veces es una sirena traicionera.
Mi madre te hipnotiza con sus ojitos brillosos, 
mi madre a veces es un lobo rabioso disfrazado de borreguito.
Mi madre te envenena con el perfume de su cabello tan largo,
tan lacio, tan negro. Mi madre es veneno y su cabello es la telaraña de una viuda negra.
 
Orianna Lisleth

Yo le digo “Mi Niña”




Más que un vínculo es como verse al espejo.
Me estás sonriendo (siempre lo haces)!
¿Dónde estuviste toda mi vida?
Cada quien rondaba por su laberinto sintiéndose miserable, y de pronto chocamos en el camino.
Tenemos un pasado diferente, un presente muy pendejo y un futuro sin mucho que prometer.
No te dejaré caer si no caigo yo contigo.
Estamos viviendo el día a día; el segundo a segundo.
Estamos viviendo jóvenes, libres y salvajes.
Y aunque intentara dejarte atrás no podría. Contigo no tengo futuro, pero sin ti TAMPOCO.
Todos se van... tú te quedas (tu siempre te quedas).
Porque eres tan asquerosamente buena?
Estamos solas, como de costumbre.

Pero si algo tengo seguro, es que tú eres el amor de mi vida.
Nunca cambiemos. No lo necesitamos.
No necesitamos nada más que no sea la una a la otra.
Eres Mi Niña.
Y siempre tú, en la oscuridad de esto que parece un abismo; sonríes retando al futuro.
A pesar de lo que dicen, todo en nosotras está bien.
Vivimos y dejamos vivir.
Confiamos en que algún día todo será tan fácil como quererlo.
No lo sé, tal vez... Todos tienen una niña en su laberinto.

Orianna Lisleth